Y metió un escarabajo en uno de los agujeros
pequeños de la pared.
—
Et
voilà!
—exclamó,
satisfecha
.
—Ni que estuviera hecho adrede.
—
Está
hecho adrede —confirmó Violet.
—¡No puede ser casual! —exclamó Paulina y
aplaudió
—. ¡Eres un genio, Colette!
Los cuatro escarabajos encajaban en los cuatro
agujeros pequeños. Quedaba
VACÍO
el aguje-
ro central.
—¿Y éste? ¿Con qué lo llenamos? —preguntó
Pam, señalándolo.
—¿Con el escarabajo de lapislázuli? —sugirió
Nicky, titubeando.
Chispa se dio una palmada en la frente:
—¡Claro! ¡Había olvidado que lo llevaba encima!
Antes de colocarlo en el agujero, vamos a
leer
lo
que hay escrito debajo —propuso Violet.
I
NSTRUCCIONES
DE USO