J
EPRI, EL DIOS
ESCARABAJO
A la mañana siguiente, un sol muy luminoso
acompañó a las chicas del Club de Tea en su agra-
dable despertar.
—Poneos ropa ligera,
chicas
—les recomendó
Nicky—. Esto no es
P
R
I
M
A
V
E
R
A
, ¡aquí
estamos en pleno verano!
Colette se asomó al balcón, preocupada:
—Voy a ponerme el doble de crema para prote-
germe de este
sol
tan fuerte.
Sus amigas se burlaron de ella, pero luego todas
siguieron su ejemplo.
Se untaron la cara con
crema
protectora, se pu-
sieron las gafas de sol y se cubrieron la cabeza
con grandes sombreros de colores.