Pamela la interrumpió, señalando algo que tenían
delante.
—¡Ése es el escarabajo! —dijo y
negó
con la
cabeza, perpleja—. No sé qué le veían…
Paulina sacó su cámara de la mochila.
—Ponte allí, Pam, te voy a hacer una foto con tu
dios
egipcio
preferido.
Entre tanto, Chispa
intentaba
colocar el
trípode de la cámara.
—¿Me echáis una mano, chicas?
Gracias a la
ayuda
de Nicky y Violet, el pro-
fesor Chispa midió con suma precisión el esca-
rabajo de granito rosa y la base sobre la que esta-
ba colocado.
También consultó una brújula y anotó todos los
datos en un cuaderno.
—Tal como yo creía —murmuró al fin, hablando
consigo mismo.
Del cuaderno,
cayó
al suelo una fotografía.
Pam la recogió y puso los ojos en blanco.
J
epri, el dios
escarabajo