—Es inútil, tiene el móvil apagado.
—En las excavaciones seguro que tendrán
noti-
cias
de él —la tranquilizó Violet.
—Claro, allí estará Ratterson —añadió Nicky—, y
si él no sabe dónde está Chispa, al menos nos dirá
a quién podemos dirigirnos para
BUSCARLO
.
La falúa se aproximaba a la orilla y el marinero,
vestido con una larga túnica, las interrumpió y
señaló
una colina:
—¡Ahí están las tiendas del campamento!
—¿Ya hemos llegado? —preguntó Paulina,
es-
peranzada
.
El marinero
SONRIÓ
, mostrando unos dientes
blanquísimos. Luego señaló a un ratón sentado
en la orilla:
—¡No! Él os llevará al otro lado de la colina.
—¿Y ése quién es? —Violet frunció el ceño,
per-
pleja
—. ¿Un taxista?
—¡Ja, ja, ja! —rió Nicky—. Sí, es el taxista de la
zona. —Entonces señaló unos dromedarios de-
V
isita a
R
atTerson