—Si tenemos que ir hasta allí arriba con este
calor
—contestó Paulina—, es mejor ir en dro-
medario que a pie.
Cuando llegaron a las excavaciones, el sol ya se
estaba
PONIENDO
.
Desde lo alto de la colina, las chicas vieron cómo
el Nilo se deslizaba plácidamente tras ellas, rojo
y dorado por el
REFLEJO
del sol.
También eran dorados los
RESTOS
que so-
bresalían de los hoyos que habían cavado los ar-
queólogos.
Estudiosos y obreros habían dejado de trabajar
hacía poco. Los primeros se estaban retirando a
sus
t
i
e
n
d
a
s
, y los segundos regresaban a
sus aldeas.
Alguien vio la pequeña caravana de dromedarios
que se acercaba y corrió hacia ella.
Era Dunya, la atractiva colega del profesor
Chispa a quien habían visto en la
-
.
V
isita a
R
atTerson