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Alguien dijo:
—Aquí a mi lado hay un sitio.
Kasweka se encogió temerosa.
Apenas podía contestar. Abría
y cerraba la boca, pero, cuando
intentaba hablar, las palabras
se entretenían entre sus dientes
negándose a salir.
Se diría que jugaban al escondite
dentro de su boca. A lo mejor