Página 23 - Stilton 48 - El templo del rubí de fuego

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No me dio tiempo a preguntar qué era el
bonchi-
bonchi
, porque Grandioso me agarró por la cola:
—Ahora son las 18.00 en punto, hora de ele-
gir un ratón al azar…
¡Stilton!
Me arrastró a la pista de baile, cantando:
—¡Suélteme, por favor! ¡No quiero bailar el
bonchi-bonchi
! —grité tratando de liberarme.
Él me
obligó
a bailar:
—¡Stilton! ¿Por qué no estás contento como
los demás? Estamos aquí para divertirnos,
¿sabes? Y ahora que lo pienso…
Y me hizo cosquillas en las patas.
Rodé
por la arena, víctima de unas
carca-
jadas
salvajes
(tengo muchísimas cosquillas)
,
y él comentó satisfecho:
¡
B
o
n
c
h
i
-
b
o
n
c
h
i
b
o
-
b
o
-
b
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m
!
¡
B
o
n
c
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b
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m
!
¡
B
o
n
c
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-
b
o
n
c
h
i
b
o
-
b
o
-
b
o
m
!
¡A
LO
GRANDEEEEEEEEEEEE
!