Yo paseaba inquieto,
arriba
y
abajo,
seguido
por Benjamín:
—Tío, vuelve a contarme cuando te encontras-
te al profesor en el metro… cuando lo salvaste
en las montañas del Himalaya, donde vive el
Yeti… ¡Tío, me gustaría tanto ser el ayudante
del profesor! ¿Se lo pedirás por mí?
—Sí, se lo pediré, y estoy seguro de que acep-
tará gustosamente…
El mar burbujeó espumeante y, de pronto,
emergió un submarino amarillo decorado con
agujeros de queso.
Con un ruido seco,
¡STAP!
, como el de un ta-
pón que sale disparado, se abrió una escotilla.
Del interior asomaron un par de orejas de ratón.
—
—grité.
Él gritó en respuesta:
—¡Stilton! ¡Geronimo Stilton! ¡Amigo mío!
S
o
n
r
e
í
.
¿T
IERRA
,
MAR
O
AIRE
?