Página 53 - Stilton 48 - El templo del rubí de fuego

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Finalmente, al anochecer, llegamos agotados a
un
minúsculo
poblado.
El jefe nos recibió cordialmente.
—Bienvenidos, extranjeros. Me llamo Atahual-
pa. Ésta es mi esposa, Urubamba, y ésta mi
hija, Uistití. ¡Seguidme, os presentaré al resto
de amigos y amigas del poblado!
Por la noche, alrededor del
, la mujer
del jefe, llevada por la curiosidad, nos preguntó:
—¿Qué estáis haciendo aquí, en medio de la
selva, lejos de vuestra casa?
El Profesor Voltio respondió:
—Buscamos el Templo del Rubí de Fuego.
¿Podéis ayudarnos? Se hizo un dramático y
profundo silencio. Todos intercambiaron ex-
trañas miradas.
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