Uistití sonrió enigmáticamente y señaló la pie-
dra polvorienta que había sobre el pozo.
Movido por la curiosidad, Trampita se acercó
y rascó la piedra. Tea la iluminó con la an-
torcha…
Y entonces, bajo el polvo, brilló una piedra
fulgurante: ¡el Rubí de Fuego!
Uistití lo acarició con gesto reverencial.
—Sin embargo, esta piedra encierra un secreto.
Funciona como un grifo. Si la desenroscas, caen
unas pocas, valiosas gotas de
Aceite del Fuego, que duran-
te siglos hemos utilizado
para encender las lámparas.
U
NA
COLUMNA
DE
FUEGO