Después de la resurrección de su amigo Lázaro, Jesús se retiró a la ciudad de Efraim, que estaba junto al desierto con sus discipulos, ya que los fariseos y los sumos sacerdotes reunidos en consejo habían decidido quitarle la vida. Jesús sabía que se acercaba la hora de su muerte. Salió de su retiro y fue a pasar unos días en Betania, junto a Lázaro y sus hermanas. Luego inició el camino hacia Jerusalén. Cuando se acercaba Jesús a Jerusalén con los que le acompañaban, al pasar por Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió delante a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Id a esa aldea que está ante vosotros. Allí veréis enseguida una borriquilla atada con su pollino al lado. Desatadla y traédmela. Si alguien os pregunta qué hacéis, respondedle: El Señor la necesita. Y al momento os la dará". Así se cumplió la profecía que habían hecho los profetas de que el rey prometido por Dios entraría en Jerusalén montado en un asno. Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había ordenado. Trajeron la borriquilla con su pollino. Pusieron sobre ellos unas vestiduras dobladas, y Jesús montó encima. De la muchedumbre que iba en torno a Él, unos desplegaban sus mantos a manera de alfombras sobre el camino, otros cortaban ramas de árboles y las esparcían por las calles; todo ello como muestra de su regocijo. Querían recibirlo como a un rey. Iban en tropel delante y detrás de Él aclamándolo: "¡Salve al hijo de David, que viene a nosotros en nombre de Dios! ¡Honor y gloria a Él! ¡Alabado sea Dios en las alturas!". Y al entrar en Jerusalén, toda la ciudad se impresionó y preguntaban unos a otros: "¿Pues quién es?" Y los que venían acompañándole respondían gritando: "Jesús, el profeta de Galilea." Después Jesús se dirigió al templo, donde sanó a algunos ciegos y cojos
que se acercaron a Él. Los sumos sacerdotes y los escribas, viendo las
maravillas que Jesús hacía y como los niños la aclamaban diciendo:
"Hosanna al Hijo de David", se indignaron contra Jesús y le
dijeron: ¿Es que no oyes lo que estos dicen?". Jesús respondió: "Sí, lo
oigo. ¿No recordáis aquel pasaje de la Escritura que dice: De la boca de
los pequeños y de los niños sacaste alabanzas perfectas?" Y dejándoles
salió fuera de la ciudad, siendo ya tarde. Partió al momento para Betania
donde pasó toda la noche. |