Mientras iban de camino hacia el huerto de los Olivos, también llamado de Getsemaní, les dijo Jesús: "Pronto sufriréis las consecuencias de ser mis discípulos. Creedme, ninguno de vosotros querrá ser discípulo mío. Así dice la Sagrada Escritura: Heriré al Pastor y las ovejas se dispersarán, pero, después que resucite, os precederé a Galilea." Pedro exclamó: "¡Yo no te traicionaré nunca! Yo ciertamente no, Señor, aunque lo hagan los demás". Jesús le respondió: "Esta misma noche me negarás. Antes de que el gallo cante por segunda vez, jurarás tres veces que no me conoces". Pedro exclamó: "¡Yo no!", y hablaba cada vez más fuerte. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré." Lo mismo decían los otros discípulos. Llegaron al lugar llamado de Getsemaní, donde Jesús tenía la costumbre de ir a rezar. "¡Sentaos aquí y esperadme!", dijo Jesús a los discípulos. "Voy ahí adelante a orar". Pero comenzó a angustiarse y, temblando, se acongojaba, y no quería estar solo. Pidió, pues, a tres de ellos, Pedro, Santiago y Juan, que le acompañasen. "Quedaos conmigo, y velad", les dijo. "Mi alma está preocupada y triste hasta la muerte". Caminó unos pasos, y, postrándose en tierra, rogó que pasase aquella hora. Y clamó a Dios diciendo: "Padre mío, todo te es posible. Haz que pase de mí este cáliz. Mas no se cumpla mi voluntad, sino la tuya". Luego volvió a donde estaban los tres y los encontró profundamente dormidos. Los despertó, y dijo: "Pedro, ¿duermes? ¿No pudiste vigilar una hora conmigo? Vigilad y orad para que no caigáis en la tentación". Se marchó de nuevo, e invoco la ayuda de Dios pidiéndole fuerza para cumplir su voluntad. Luego volvió otra vez, abandonado y abatido, y los encontró dormidos. Les habló, y respondían soñolientos sin entender nada; y se les cerraban los ojos de cansancio. Jesús fue por tercera vez, y oró con las mismas palabras. Y, cuando volvió, todavía dormían. "¿Queréis ahora descansar? ¡Ya basta! Ha llegado la hora. En estos momentos va a ser entregado el Hijo de Dios a los pecadores. Levantaos y vámonos. Mirad, ya ha llegado el que me traiciona". |