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El lugar no estaba muy lejos. Al cabo de un par
de horas, todos habían llegado y estaban listos
para empezar a trabajar. Cavaron
y sin pausa, noche y día.
Dunya los dividió en dos grupos y hacían turnos
de tres horas.
De la
arena
emergieron fragmentos de colum-
nas, capiteles
ROTOS
y grandes losas de
pie-
dra
. Al parecer, era cierto que allí hubo un
templo.
Pero hasta que Pamela no encontró un enorme
caparazón de granito rosa, no tuvieron la certeza
de que estaban cerca del Tesoro del Sol.
—¡Otro escarabajo! —exclamó Pam.
¡
C
AVAD!
¡
C
AVAD!