Dunya estudió la inclinación de la estatua y orde-
nó que
cavaran
donde señalaba la cabe-
za del escarabajo. ¡Había aprendido mucho de
Chispa
!
Tras una hora más de intenso trabajo, en la tierra
había un hoyo tan ancho y profundo que no se
veía dónde terminaba.
—
—gritó Dunya—. Dejad de tra-
bajar. Tenemos que recuperar fuerzas antes de
proseguir.
Las chicas del Club de Tea se metieron en una
tienda,
exhaustas
. La única que no
descansó fue Dunya. Siguió estudiando jeroglífi-
co por jeroglífico el
PAPIRO
del profesor
Ratterson.
—
«Sólo la sabiduría del dios Jepri os conducirá
hasta el Tesoro del Sol»
—reflexionó en voz alta—.
Es decir, que no será fácil encontrar el tesoro.
Los egipcios siempre ideaban
o
b
T
Á
C
U
L
Os
muy
ingeniosos para proteger sus tesoros.
¡
C
AVAD!
¡
C
AVAD!