Toprat, que estaba de guardia en su tienda, lo
había oído todo.
—Este asunto no me gusta nada, Dunya —
gru
ñó
—. No me gustaría acabar enterrado por no
haber resuelto una
adivinanza
…
Dunya le dio una palmada en el hombro, y lanzó
una pérfida
CARCAJADA
:
—¡Je, je, no será necesario, Toprat! Será Bart quien
arriesgue el
pellejo
por nosotros…
¡
C
AVAD!
¡
C
AVAD!