—
¡JI!
¡JI!
¡JI!
¡Sois
patéticos
! —dijo Dunya,
burlándose—. Está bien. Bajad los seis. Luego,
cuando tenga el tesoro, dejaré que os
vayáis
.
Dunya no les dejó ni un minuto para reflexionar.
Les dio
, linternas, cascos de minero y
todos los instrumentos necesarios para su
expe-
dicio«n
.
Además, colocó una minicámara en el
casco de Chispa, para tenerlo todo
controlado.
—Lo veré todo desde la
panta-
lla
de mi ordenador, como si es-
tuviera a tu lado —lo avisó—. Así
es que… ¡nada de
T
O
N
T
E
R
Í
A
S
!
Por último, le entregó el papiro y el escarabajo de
lapislázuli:
—Es posible que los necesites.
Chispa bajó el primero. Cuando llegó al fondo,
les dijo a las chicas que lo siguieran, pero con
mucho cuidado.
E
N LAS ENTRAÑAS
DE LA
T
IERRA