—¿El papiro no da ninguna pista,
APIRO
:
que no… nada en
amos tiempo! —inte
rueda, a ver qué pa
cogieron los ejes
ron con todas sus f
profe? —pre-
guntó Colette.
Él consultó el
P
—Hum… creo
concreto, aun-
que…
—¡Oh, no perd
rvino Nicky—.
Empujemos la
sa.
Todos a la vez,
de
made-
ra
y empuja
uerzas.
E
L MISTERIO
DE LA RUEDA