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Violet tropezó con una
piedra
que sobresalía
y Nicky, que estaba a pocos pasos de ella, la suje-
tó antes de que cayera al suelo.
—¡Eh! ¿Estás bien,
Viví
?
—Sí, gracias. Oye, ¡mira eso!
A poca distancia de ellas, se veía una sala lateral,
con paredes cubiertas de pinturas repletas de
C
O
L
O
R
.
—¡El Tesoro del Sol! —exclamó Violet, señalan-
do una de las
PINTURAS
.
Efectivamente, la imagen representaba una pro-
cesión de personajes que sostenían una barca
dorada
.
E
n el laberinto
de
K
arnak