Cuando Nicky y Violet abandonaron la sala, los
demás habían
DE
SA
P
AR
E
C
I
D
O
.
—Nos entretenemos un minuto y ya los hemos
perdido de vista a todos —se lamentó Violet—. ¿Y
ahora cómo vamos a
encontrar
la salida?
—Ya verás, la encontraremos solas —la animó
Nicky.
Gracias a su gran sentido de la orientación, toma-
ron la dirección correcta. Las dos chicas recorrie-
ron varios pasillos, hasta que salieron a la luz del
sol, entre unas columnas gigantescas.
—Ésta debe de ser la famosa sala hipóstila —co-
mentó Violet, tras observar la
de la
guía—. ¡Cuánta gente! ¡¿Dónde están los demás?!
E
n el laberinto
de
K
arnak