Página 28 - Stilton 48 - El templo del rubí de fuego

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En la habitación, me encontré a Benjamín.
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Grandioso me reprendió:
—¡Stilton! Tienes que estar alegre, ¿comprendes?
Trató de hacerme cosquillas. Di un salto
y caí en la cama, pero al instante salté por los
.
¡Me había sentado sobre un
erizo
de mar que
Benjamín acababa de llevar a la habitación!
Mi sobrino estaba muy preocupado.
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Me llevaron en camilla a la enfermería.
—¿Otra vez usted, Stilton?—dijo Locatis.
Con unas pinzas, me extrajo las púas de
erizo
que tenía clavadas en el trasero. ¡Qué dolor!
A continuación, cogió una gran jeringa:
—Hum, por si acaso, le pondré una inyec-
ción… ¡una inyección lo cura todo!
¡No veía la hora de que llegase el Profesor
Voltio!
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ACASO
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