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m
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l
l
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P
OR
SI
ACASO
,
LE
PONDRÉ
UNA
INYECCIÓN
…
Me recobré en la enfermería, balbuceando:
—¿Quién… qué… dónde estoy…? El cangre-
jo… clac-clac…
El doctor
Demenc i o Lo c a t i s
empuñó una
gran jeringa de 50 cc:
—Hummm, por si acaso, le pondré una inyec-
ción…una inyección lo cura todo.
y corrí fuera.
—Estoy divinamente,
palabra
de honor de roedor
.
¡No veía la hora de que lle-
gase el Profesor
Demencio Locatis
V
o
l
t
i
o
!