.
.
..
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
E
N
LA
NOCHE
OSCURA
Aquella
, me fui a dormir vestido,
y dejé la linterna junto al saco de dormir.
Hacia
medianoche
, se repitió el extraño ruido.
Desperté a mis amigos y, en silencio, cautelo-
sos como gatos, fuimos a inspeccionar.
A más o menos un kilómetro de distancia, una
brigada de trabajadores estaba
tando
árboles a un ritmo vertiginoso.
La escena nocturna aún se veía más espectral
con los potentísimos focos de luz artificial que
inundaban el claro.
A medida que los árboles eran abatidos, otra
brigada los cargaba en camiones que partían
haciendo chirriar los
neumA' ticos
.
c
o
r