musgoso, y también la cola de un caimán, su-
mergido en el
BARRO
y dispuesto a sal-
tar sobre su presa…
Le enseñé también a Benjamín lo que había
aprendido ¡y le expliqué la sutil diferencia en-
tre
mirar
y
ver
!
Mientras tanto, mi hermana Tea se divertía to-
mando fotos de los animales mimetizados.
De repente, en medio de la selva, oí unos gri-
tos que me pusieron el pelaje de punta.
Aquí hay oculta una mantis rel igiosa…
L
A
C
ASA DE
LOS
E
SPÍRITUS
…