Tea saltó hacia atrás,
pero la antorcha que
sujetaba desprendió
una chispa, que al
instante encendió el
petróleo.
¡Una gran columna
de fuego se elevó del
pozo! No sabíamos
qué hacer, pero Uis-
tití volvió a cerrar el
Rubí en un santia-
mén y la llamarada se
interrumpió de golpe.