Entonces le susurró a Mandrillau:
—¡Jefe, debemos hacerles cantar! ¡En mi opi-
nión, saben dónde está el Rubí gigante!
El otro masculló:
—Es una buena idea,
aunque yo ya l o había
pensado ant e s
. Así pues, ¿dónde está ese
Rubí? ¡Cantad, será mejor para vosotros!
Congrio gritó con voz ronca:
—¡VAMOS, HACED LO QUE HA DICHO
EL JEFE, CANTAD! U OS DESPACHU-
RRO, ¿¿¿ENTENDIDO???
Pero esta vez no le dio ningún puñetazo a nada.
Veneno soltó una risita bajo los bigotes:
—
¡ J i , j i , j i i i !
Nosotros gritamos todos a una, con determi-
nación:
—¡Nunca te diremos dónde está el
Rubí
!
Veneno reflexionó unos instantes y luego le
susurró a Mandrillau:
¡A
RRIBA
LAS
PATAS
!