—Jefe, se hacen los duros, pero si estuviera en
peligro la vida de Uistití…
Mandrillau masculló:
—Hum, me parece una buena idea,
aunque yo
ya lo había pensado antes
.
La cogieron y se la llevaron a rastras.
Uistití gritó:
—¡Amigos no cedáis a la coacción! ¡No os
preocupéis por mí!
Pero Voltio estaba preocupado.
—Soltadla, ella y su pueblo ya han sufrido bas-
tante a causa de vuestra prepotencia. ¡Si tanto
queréis el Rubí, ahí lo tenéis! ¡Siempre lo ha-
béis tenido
ante
vuestros
OJOS
!
Señaló la piedra sobre el pozo.
Los tres malhechores acercaron las antorchas
a la piedra, que brilló como el fuego…
Y soltaron un grito de asombro.
¡A
RRIBA
LAS
PATAS
!