Página 13 - Barba Azul

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—Puesto que voy a morir —respondió ella
mirándolo con los ojos bañados de lágrimas—,
dame un poco de tiempo para rezarle a Dios.
—Os doy medio cuarto de hora, replicó Barba
Azul, y ni un momento más.
Cuando estuvo sola llamó a su hermana y le dijo:
—Ana, hermana mía, te lo ruego, sube a lo alto de
la torre, para ver si vienen mis hermanos,
prometieron venir hoy a verme, y si los ves,
hazles señas para que se den prisa.
La hermana Ana subió a lo alto de la torre, y la
pobre afligida le gritaba de tanto en tanto:
—Ana, hermana mía, ¿no ves venir a nadie?
Y la hermana respondía:
—No veo más que el sol que resplandece y la
yerba que reverdece.