Sólo buscas el oro, no el conocimiento. Tendría
que haberlo comprendido desde el principio, en
vez de dejar que me cautivara tu belleza.
—
¡JI!
¡JI!
¡JI!
—rió Dunya. Su carcajada
estridente resonó en el campo.
—¿
Solamente
el oro? ¿Eso crees? —replicó—.
Pues no, querido. ¡También me interesan muchí-
simo las joyas! ¡Y las piedras
preciosas
!
Un
tesoro
increíble
. ¡El mayor tesoro de todos
los tiempos!
Las chicas del Club de Tea no podían creer lo que
oían. Ellas también habían confiado en Dunya.
¡Se sentían
engan
~
adas
! Ahora compren-
dían por qué le interesaba tanto el cuaderno del
profesor…
Dunya volvió al
todoterreno
, buscó
en la parte de atrás y al final dejó tres objetos
sobre el capó: el
cuaderno
de Chispa, un rollo de
papiro y un escarabajo de lapislázuli tan grande
como una mano.
S
AQUEADORES
S
AQUEADORES