Así, las chicas y el profesor
se quedaron encerrados y a
oscuras
, sin móvi-
les ni otros medios para pedir
ayuda.
A
F RTUNADAMENTE
, To-
prat no perdió demasiado tiem-
po atándolos y los seis pudie-
ron liberarse en seguida de las
.
Pero de todas formas, habían
caído en una trampa.
E
NCERRADA
en aquel lu-
gar estrecho y sin luz, a Nicky
le costaba respirar.
—Ven a mi lado —le dijo Co-
lette—. He notado una co-
rriente de aire en la espalda…
¡
F
UERA
ESAS PATAS!