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—Justo en nuestra ruta. ¿Tienes carné?, ¿cómo andas de sueño?
—Pues sí, tengo carné y no, no tengo sueño. Llevo toda la tarde
descansando en la gasolinera. Lo que quisiera es llegar esta noche a Baden
Baden, se murió mi abuelo, ¿sabes?…
—¡Espera, espera, vengo enseguida!
Me fui corriendo en busca de mi madre para decirle que teníamos chófer,
que ella podría dormir en el asiento de atrás. Le pareció que ni pintado, y
además le gustó el chico que nos iba a llevar a Baden Baden mientras, al fin,
descansábamos.
En cuanto el alemán se puso al volante nos quedamos groguis hasta que, al
llegar a la ciudad de los famosos balnearios, todavía de noche, nos despertó
nuestro chófer poniendo la radio a toda pastilla.
Le dimos mil gracias y una de nuestras cajas, y allá se fue tan chulo al
funeral del abuelo con los espárragos de Navarra bajo el brazo.
Eran cerca de las seis de la mañana, estábamos a solo una hora de
Schwetzingen, teníamos el tiempo justo para darnos una buena ducha antes
de aparecer en la Feria. Respiramos tranquilos, Carlota me había enviado un
sms cuando tuvimos la avería: «OK J, todo en orden, el stand ha quedado
precioso. A falta de los espárragos. La inspección del jurado es a las 12.
Buen viaje. Bss». De modo que nos fuimos a desayunar tan panchos.
¡Llegaríamos a tiempo, se acabaron los problemas!
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