Sin embargo, Uistití sonrió bajo los bigotes.
—No estéis tan seguros de eso. ¡Seguidme!
Recorrimos el sendero de
TIERRA
ROJA
que salía del poblado.
¡Era una trampa
excavada por Uis-
tití! Nos asomamos
y vimos a Mandrillau,
f
u
r
i
o
s
o
, dando
s a l t i t o s
en el fondo del agujero.
—¡Sacadme de aquí,
por mil mandriles des-
mandrilados
!
Nos echamos a reír
y los policías se lo lleva-
ron. Algo más lejos, siguiendo la orilla del to-
rrente, vi a Congrio Ratowski…
P
o
c
o
d
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,
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j
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a
s
c
a
.
… ¡S
É
ASTUTA
COMO
LA MONA
!