José Gras
nació el 22 de enero de 1834 en Agramunt, provincia de Lérida. Este
pueblo está situado en un valle, a los pies de una montaña; sus
fértiles tierras están atravesadas por el río Sió.
José fue el primer hijo de la pareja
formada por Juan y Rosa que tuvieron después otros tres hijos. Ellos
estaban muy contentos con su pequeño.
Cuando aún era muy niño se vio obligado a ayudar a su padre en el campo.
José crecía y aprendió de sus padres a
hablar con Jesús y a amarlo con todo el corazón. En Agramunt todos lo
recordaban como un niño religioso, responsable y al que le gustaba
estudiar.
Un día su amigo Jesús le reveló un gran secreto: “Muchos hombres no me quieren y no quieren que yo reine en su corazón”.
José decidió seguir a Jesús como sacerdote. Ese era su mayor deseo.
Doce años de vida en el campo, con las
estrecheces y los sufrimientos que persiguen al campesino pobre, doce
años de inocencia y afecto familiar…
La salida de Agramunt a Barcelona para
entrar en el Seminario fue toda una aventura por la falta de medios y la
enorme distancia recorrida a pie, durante varios días.
Mientras estudiaba para ser sacerdote,
trabajaba como periodista. Comenzó un brillante itinerario como
profesor, escritor y apóstol de la Palabra.
Pronto se enteró de que se decían cosas
de su amigo Jesús que no eran verdad ... Y se puso a escribir en los
periódicos, defendiéndolo valientemente y diciendo a todos: “Jesús quiere reinar en vuestro corazón!”.
El 20 de marzo de 1858 recibió la Ordenación sacerdotal. Su sueño finalmente se vio cumplido.
Más tarde se trasladó a Granada, allí enseñaba a niños y seguía escribiendo en los periódicos.
Algún año después fundó a las Hijas de
Cristo Rey, dedicadas a la enseñanza. Los colegios fundados por él
llevaban el nombre de “Jesús Rey” y deseaba que todos los niños supiesen
que Jesús quería ser el Rey de sus corazones. Cuando los visitaba les
contaba la vida de su Amigo Jesús. Él quería que el saludo "CRISTO
REINA" lo pronunciasen todas las personas y todos los niños.
Como había fundado muchos colegios y no
podía visitarlos todos, escribía a los niños. También ellos le
escribían y le preguntaban: “¿Cómo podemos amar a Jesús y ser siempre sus amigos?”
José iba envejeciendo y su amistad con
Jesús era cada día mayor. Seguía escribiendo para darlo a conocer,
hasta que se puso muy enfermo. Entonces Jesús, agradecido por todo lo
que José había trabajado por Él, vino y se lo llevó a su Reino.