REPARACIÓN

114. Reparación

Jesús, Hijo del Eterno Padre,
Dios con El y con el Espíritu Santo.
Yo quisiera sellar
todo labio que te ultrajara,
aunque fuese con mi sangre,
con tal de impedir la ofensa,
cambiándola por una efusión de filial amor.
Concédeme, al menos, la gracia
de que me acuerde de adorarte
y bendecirte en este día,
para disminuir, si es posible,
con los afectos de mi corazón
las ofensas que te hacen.

115. Desagravio a Jesús Rey

Jesús, mi Redentor,
mi Rey,
mi Dios.
A pesar del infinito amor
que has mostrado a los hombres
haciéndote nuestro hermano
y derramando tu sangre
para librarnos de la muerte,
nuestra vida ha sido una continua ingratitud.
Rompe ya la dura roca de nuestro corazón,
limpia la infidelidad de nuestra alma,   
enciéndenos en celo de tu gloria,
témplanos en la fragua de tu Corazón,
para que, consagrándonos a tu servicio
y a la defensa de tu Soberanía,
podamos desagraviarte
todos los días de nuestra vida
y adorarte en tu CORTE ETERNA.

116. Ante la indiferencia de los hombres

Tú que eres muerte de la muerte,
no permitas que tu sangre
haya sido derramada estérilmente por nosotros.
No permitas que seamos vencidos
cuando luchamos por ti.
Anímanos cada día
en la obra de la defensa de tu Reino.
para que no vivamos ya más que tu vida,
y en todo conformes con tu voluntad
y así sintamos en nuestro corazón
el gozo de la victoria eterna.

117. Conviértenos, Omnipotente Salvador

Omnipotente Salvador
y Rey de nuestras almas
óyenos.
Danos un vivo dolor de nuestras culpas
y míranos con misericordia.
Conviértenos
y convierte a todos los hombres a ti.
Haz que sea la tierra
un lugar donde florezcan
todas las virtudes
y Corte de universal adoración a Ti.



118. A Cristo Rey, coronado de espinas

Monarca celestial,
te adoro en el misterio de tu Coronación.    
Esclavo el mundo del demonio
y desconocedores los judíos
de que eras el Mesías,
te entregan para ser azotado
y coronado de espinas.
Rey de mi alma,
yo he tenido parte con mis culpas
en la coronación de tu Majestad;
he sido cómplice con tus enemigos,
cobarde en la defensa de tu derecho; he callado
cuando debía unir mi voz
a la de tus defensores;
he permanecido cruzado de brazos, cuando debía combatir sin descanso
por tu honor y gloria.
Perdona, Señor, tanta infidelidad
y el haber hecho causa común
con tus enemigos.
Conozco y proclamo
que SOLO EN TU REINO
DE SANTIDAD Y JUSTICIA
ESTA Ml BIEN SUPREMO.
Haz que, desde ahora y para siempre,
me dedique a hacerte reinar
en mi corazón y en todos los corazones,
para que podamos todos un día
rendirte el homenaje eterno de tus escogidos.

119. Óyenos, divino Soberano

Concédenos,
Clementísimo Redentor nuestro,
servirte con fidelidad creciente,
reparando todos los daños
que hemos causado con nuestros pecados
de comisión y omisión.
Óyenos, Jesús,
nuestro divino Soberano.

120. A nuestro divino Redentor

Rey de majestad inmensa, clavado en cruz,      
Rey de infinita dulzura, anegado en hiel,                 
Jesús, nuestro inefable BIEN.
Te ofrezco como HOMENAJE
de amor y reparación
mis pensamientos,
palabras,
obras,
deseos,
sufrimientos,
mi vida entera,
y, en presencia de María,
tu Madre y nuestra Reina Inmaculada,
me entrego y consagro a Ti para siempre.