PROTECCIÓN

17. Invocaciones a María

Virgen poderosa,
Estrella anunciadora
del día de la salvación del mundo,
escúchanos.
Eva nos entregó a la serpiente
con su soberbia;
Tú, con tu humildad,
atrajiste al Verbo de Dios
a hacerse virginalmente tu Hijo,
para darnos la vida con su vida.
Tu fiat, que identificó tu voluntad
con la de tu Hijo,
nos UNIFICÓ a todos los hombres,
haciéndonos también hijos tuyos
en Cristo, por Cristo y para Cristo.
Esta unificación fue sancionada por El
en la cruz al declararte madre nuestra.
También en el Calvario,
unida al sacrificio de tu Hijo,
Sacerdote y Rey,
ganaste la corona de Reina
y Vencedora del poder de las tinieblas.
Desde el Calvario
nos abres con Cristo las puertas del cielo,
dulcificas nuestras penas,
nos libras de los peligros.
Ven, Reina y Madre nuestra, a darnos valor;
ilumina a los ciegos,
despierta a los dormidos,
anímanos a todos.

18. A la Madre del celeste amor

Anima, Señora, con tu maternal mirada
a todos los que invocamos
y adoramos a tu divino Hijo.
Que ningún vapor del mundo               
ofusque nuestro entendimiento;
que ningún afecto malo,
extravíe las aspiraciones
de nuestro corazón. 
Fortalécenos en la fidelidad debida
al Libertador y Coronador
de nuestra alma.
Alcánzanos la gracia
de buscar solamente en su adoración
nuestra felicidad temporal y eterna.

19. Confianza en María

Dulce consoladora de mi alma,
asísteme en todas las aflicciones
y combates de mi vida.
Dame una confianza sin límites
en tu Corazón
de Reina y Madre.

20. Virgen Inmaculada

Virgen Inmaculada,
rodéame siempre con los torrentes de luz
de tu plenitud de gracia
y con el aroma
del amor que atrajo a tu purísimo seno
a mi eterno Rey y Redentor Jesucristo.

21. Madre

Hija eternamente amada del Padre,
Madre dulcísima del Hijo,
Esposa inmaculada del Espíritu Santo.
Bien ves, Señora, desde el cielo donde reinas,
el desconcierto de la tierra,
los ataques a la inicencia
el desprecio de la virtud.
Madre,
ante tantos católicos
que permanecen impasibles  frente al mal,
que lo secundan,
abre los ojos a los ciegos,
detén a los que se lanzan al abismo.

22. Primera proclamadora del Reino

Virgen Madre, hija de tu Hijo,
Esclava de Dios,
Reina de todas las criaturas,
Esposa del Omnipotente,
Tesorera de las maravillas del amor eterno,
mira el odio que llena la tierra.
Virgen, Madre de Cristo que es nuestro BIEN,
TODO NUESTRO BIEN,
Tú ves la indiferencia y tibieza
de muchos católicos.
Primera proclamadora del Reino de Dios,
puesto que tantos cristianos
desconocen su DEBER
de defender el reino de tu divino Hijo,
inspíranos el va!or de las santas mujeres
que no flaquearon ni en el Calvario
ni en el sepulcro,
y haz que triunfe sobre la indiferencia,
la bandera de la soberanía divina.
Oyenos, Madre,
si nuestra petición
agrada a Jesús, tu Hijo.

23. A ti, Madre

A ti, Pureza Inmaculada,
Virgen de las vírgenes,
Reina de las reinas,
Madre de las madres
A ti, Emperatriz del cielo,
elevadora de nuestros pensamientos,
vida, dulzura y esperanza.
A ti, por cuyo medio
derribó el Señor a los soberbios
y engrandeció a los humildes.
A ti, bendita
con todas las celestes bendiciones,
cantada por el Rey de la sabiduría,
saludada con amor por todas las generaciones.
A ti, por quien la maldición cesa,
la virtud florece,
la rebelión huye,
las tempestades del mal se aplacan.
A tus oídos de clemencia
se dirige mi palabra dolida;
a tu corazón lleno de ternura,
habla mi corazón.
Madre mía, contempla el mal del mundo:
los inocentes lloran,
los justos son perseguidos,
hombres que se llaman cristianos
luchan entre sí,
olvidando que tu Hijo nos redimió,
venciendo el mal, el odio, la muerte.
Madre, inclina a Jesús
a mostrar el poder de su misericordia.   
Madre, óyenos;
Madre, remédianos;
Madre, haz que todos cantemos
GLORIA A CRISTO,
adorando su Soberanía de infinito amor.

24. Madre de nuestro Rey

Dios te salve,
cándida azucena,
rosa brillante
de quien quiso nacer el Rey de los cielos.
Dios te salve,
Corazón virginal
de la Madre de nuestro Rey,
Corazón purísmo,
humilde, paciente, fiel,
diligente en la oración y contemplación
de la grandeza y SOBERANIA DE DIOS.
llumíname, fortaléceme,
para que sea fiel a tu Hijo,
mi Salvador y Rey eterno.

25. Oh Reina y Madre

María, Templo vivo del Dios humanado,
Trono del Rey de reyes,
Virgen toda-hermosa, Hija del Padre Eterno,
Madre del Todopoderoso,
Sede de la Sabiduría increada,
Vaso del infinito océano de la gracia,
Torre del Salvador,
Palacio de oro,
Arca del Noé divino,
Puerta del Cielo,
Estrella de la que brota el Sol del eterno amor,
del eterno honor
y de los esplendores sin fin de la gloria.
Señora, intercede para que sean atendidos
los deseos de nuestro corazón;
Madre, derrite el hielo de los corazones,             
desvanece las sombras que eclipsan
la luz del deber;
envíanos gigantes de caridad
que nos libren del egoísmo,
suscita almas imitadoras tuyas
que nos ayuden a iluminar el entendimiento y       
a proteger la inocencia de la infancia,
la santidad de la familia
y la fe de los pueblos.
Madre de todos los que aclamamos
la Soberanía de Jesús,
óyenos por el amor de tu Hijo.


26. Vencedora

Aplastadora de la serpiente,
destructora de todas las herejías,
echa una mirada de compasión sobre nosotros       
y sean tus dulcísimos ojos
mensajeros de salud,
de remedio de nuestros males,
de perdón de nuestras culpas
y del restablecimiento
de la soberanía de Cristo en nuestra alma,
en nuestro corazón,
en nuestra familia,
en todo el mundo.

27. Para pedir prudencia

Enséñame,
Virgen prudentísima,
a distinguir la verdad del error,
y dame valor
para proclamar siempre la verdad
y practicar la justicia.

28. Súplica a la Santísima Virgen

Virgen de las vírgenes,
elevada a la más alta dignidad
a que puede serlo criatura alguna,
elevad y acrisolad cada día los corazones,
para que encendidos en amor a vuestro Hijo
lo hagan adorar como nuestro Rey
y Salvador gloriosísimo.

29. Madre de misericordia

Madre de misericordia,
derrama los tesoros de piedad
de tu inmaculado Corazón sobre las almas
encadenadas por el pecado,
dales fuerza para que rompan sus cadenas
y haz que puedan un día estar junto a tu trono.

30. Homenaje a la Reina de las reinas

Inmaculada, inmune de toda mancha,
limpia como la mirada de Dios,
identificada con el amor de tu Hijo
que nos hizo hijos tuyos en la cruz,
al consumar el Sacrificio
destructor de la muerte;
recibe el homenaje filial
de los que combatimos
bajo la bandera del Rey que te hizo Madre
y Vencedora de Satanás;
Madre Virgen,
Reina de las reinas,
Tesorera de todas las virtudes,
dispensadora de las gracias del Omnipotente,
que te sentó en su propio trono
el día de tu Coronación,
dígnate fortalecernos en la lucha
y alcánzanos la victoria.

31. Para pedir humildad

Sierva de Dios
y Reina de las reinas,
extingue en mí
la semilla del orgullo,
alcanzándome
un perfecto conocimiento de mi NADA.

32. Asistidnos, Madre

Dulce imán de las exasperadas fantasías,
Iris de paz
en medio de los tempestuosos pensamientos,
haced brillar, Señora,
vuestra gracia,
y el mundo caerá de rodillas ante vos.

33. Que tus ojos me miren

Que tus ojos me miren
mi dulce Madre;
Que tu corazón me oiga,
mi Reina amante;
Que tus labios divinos,
piadosos me hablen;
Si tus brazos me tiendes
cuando expirare,
en tal hora bendita,
fin de mis males,
a la Corte de tu Hijo,
llévame, oh Madre.

34. Vuestra ayuda

Yo, María, quiero oraros mucho
porque me siento
tan necesitado de vuestra ayuda
como el niño
que levanta sus tiernas manecitas
hacia su madre,desde la cuna.
Mi pensamiento necesita de vuestro resplandor.
Mi corazón,
de vuestro afecto.

35. Súplica a la Toda Hermosa

Toda hermosa eres,María,
y no hay mancha en ti.
Que el fulgor de tu purificante mirada,
ilumine,
hermosee
y vivifique siempre todo mi ser.
Óyeme, Vida,
Dulzura
y Esperanza.

36. Míranos

Oh María,
Vencedora de la serpiente,
echa una mirada de compasión
y piedad sobre nosotros,
y tus ojos dulcísimos,
sean mensajeros de salud,
de bendición
y de alegría para tu pueblo.

37. Por la extensión del Reino

Virgen-Madre de la LUZ eterna
que ilumina a todos los hombres
que vienen a este mundo,
dígnate enviarnos apóstoles
que dilaten el Reino de Cristo,
llevando el conocimiento
y el cumplimiento de su ley
a todas las regiones de la tierra.

38. Hazme agradecido

Oh Madre,
hazme agradecido
al beneficio de la Redención
que debo a Jesús,
y a la humildad  y obediencia
con que Tú respondiste
al mensaje del Arcángel
al anunciarte el misterio
de las misericordias del Altísimo.

39. Guárdanos, Señora

Guarda, Señora, a los que velan
y conforta a los que en tu  nombre batallan;
no abandones, Piadosa, a los caídos
y atiende a los que, con sinceridad, te invocan.
Haz que despierten a tiempo los dormidos
que los debiles, convalezcan;
sé la tabla de salvación para los espíritus
que naufragan.
Oyenos, Madre de la Santa Esperanza,
y tu clemencia siempre nos asista.